Esta vez, el camaleónico Daniel Day-Lewis se
ha superado a sí mismo. Se sabe de su rara habilidad para introducirse entero
en los personajes que debe encarnar, pero con Abraham Lincoln parece haber
logrado todavía más, por lo menos en cuanto a su transformación física. Ya no
es sólo una puntillosa caracterización: se ha convertido en un clon del prócer.
Así se lo ve en las primeras fotos del nuevo film de Steven Spielberg, dadas a
conocer hace dos semanas porEntertainment Weekly . Un Lincoln ensimismado,
pensativo y sereno, la reflexión perceptible en la mirada y en la posición de
las manos descansando sobre el regazo. Tal vez la mirada del estadista prudente
que se toma el tiempo para meditar cada decisión antes de adoptarla y se sabe
enfrentado a una férrea oposición en un momento crucial de la historia de su
país.
Hace tiempo que
Spielberg tenía este proyecto entre manos. Exactamente desde 1999, cuando
conversando con la historiadora Doris Kearns Goodwin, ésta le comentó que
estaba reuniendo material para escribir Team
of Rivals , una biografía del
decimosexto presidente norteamericano. Ya entonces quiso asegurarse los
derechos del libro que más tarde ganaría el Premio Pulitzer. En 2001, concretó
el arreglo y, al poco tiempo, John Logan emprendió una primera adaptación,
después descartada. Fue un largo proceso que incluyó otras modificaciones. El
guión pasó por varias manos hasta que quedó en las de Tony Kushner, el
afortunado autor de A ngeles en América. Y el papel
protagónico, que en 2005 había sido confiado a Liam Neeson (renunció cinco años
después, tras desarrollar una minuciosa investigación sobre Lincoln, cuando
juzgó que era demasiado mayor para encarnar al personaje), en las del exigente
actor británico. Que no suele prodigarse mucho, como lo prueba el hecho de que
desde que comenzó el siglo sólo ha actuado en cuatro películas, la última en
2009: Pandillas de Nueva York , La balada de Jack y Rose , Petróleo sangriento y Nine .
Uno de los motivos que
explican tantos intentos de adaptación puede derivar de la decisión de
Spielberg de concentrarse en los últimos meses de la vida del líder al que su
biógrafa adjudica la "rara sabiduría de un temperamento que mostraba una
convencida e inusual magnanimidad hacia aquellos que se le oponían".
Spielberg ha subrayado que no quería retratar a un Abraham Lincoln posando para
los libros de historia, sino un presidente en pleno trabajo, comprometido tanto
con la causa de la abolición definitiva de la esclavitud como con la necesidad
de orientar a su país hacia la pacificación.
Fuente: La Nación
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