jueves, 17 de octubre de 2013

Entrevista con Tom Hanks antes del estreno de "Capitán Phillips"

En “Capitán Phillips” encarna a quien sufrió un ataque de piratas somalíes a bordo de su barco, en 2009. Le contó a Clarín impresiones y anécdotas de su rodaje en alta mar.
Para el actor estadounidense Tom Hanks, interpretar capitanes en problemas no es algo nuevo. Sólo que si en 1995, en Apolo 13, el conflicto que protagonizaba su comandante Jim Lovell transcurría en el espacio, en Capitán Phillips, que se estrena hoy, el dos veces ganador del Oscar se mete en la piel del mandamás de un barco mercante atacado por piratas en alta mar.
El filme, basado las experiencias que el verdadero Richard Phillips volcó en el libro A Captain’s Duty: Somali Pirates, Navy SEALS, and Dangerous Days at the Sea, escrito por Billy Ray, narra el abordaje -en abril de 2009- del buque de bandera estadounidense MV Maersk Alabama por cuatro piratas somalíes.
“Me fascina el cine de entretenimiento que cuenta casos reales. Soy el tipo de persona que lee diarios y revistas, y que cuando encuentra historias atractivas, piensa: ‘Esto es mejor que lo que cualquier película de ficción podría dar’.” Desde algún lugar de Nueva York, a través de una enorme pantalla, Hanks argumenta a favor de su decisión de ser parte del filme de Paul Greengrass, mientras en un salón de un lujoso hotel mexicano un nutrido grupo de periodistas de distintos lugares del mundo toma nota y espera su turno para preguntar.
“Más de una vez hemos visto ficciones sobre lo que puede ocurrir cuando unos tipos tratan de tomar un barco, un avión, la Casa Blanca o lo que sea. Pero al tratarse de algo que realmente sucedió, este caso presenta uno de los desafíos más grandes que un cineasta puede enfrentar: ¿cómo hacer que eso que ocurrió se convierta en algo tan atractivo que justifique un espacio en la industria del entretenimiento?”, explica el actor, que transita sus 57 años.

No es la primera vez que lo hace.
No. Ya lo hice en Apolo 13 y también en Rescatando al soldado Ryan. Y me resulta muy atractivo ese tipo de propuesta, porque son filmes en los que uno tiene que ir resolviendo una especie de rompecabezas para conseguir que la gente vaya al cine a verlos. Pero la historia de Capitán Phillips es muy atractiva en sí misma; lo que hizo que el desafío fuera muy grande. Además, trabajar con Greengrass no era una cuestión menor. En el mismo momento que vi Domingo sangriento lo marqué como uno de los directores con los que desearía filmar. Así que había varias razones por las cuales aceptar ser parte del proyecto.

¿Cuáles fueron los rasgos que más le llamaron la atención de su personaje?
Richard Phillips tiene una habilidad muy particular, relacionada con un mundo que en general no conocemos. Creo que todos asumimos que transportar mercadería de un lugar a otro, a través de los mares, es algo simple. Pero los malabares que debe hacer para llevar a cabo su trabajo, combinando factores mecánicos, tecnológicos y humanos -él debe mantener una cierta disciplina en su tripulación, que es un complejo de personalidades muy heterogéneas- impresiona.


¿En qué medida le ayudó hablar con Phillips para interpretarlo?
Cuando nos encontramos, una de las cosas que le pregunté fue qué era lo que más tiempo lo ocupaba, durante sus viajes; y me contestó que era el papelerío burocrático. Sólo que, cuando de pronto un grupo de piratas armados aborda el buque, todo queda reducido a la cuestión básica de cómo sobrevivir y de cómo regresar a salvo a casa. Y eso requiere una enorme habilidad para tomar decisiones inmediatas. Algo que Phillips, que es un hombre común, un marino que hoy sigue saliendo a alta mar por lapsos de seis semanas, hizo casi en soledad, usando cuanta herramienta de disuasión tenía a mano para ganar tiempo y desgastar a los atacantes. Esa parte de Phillips fue la que más me fascinó. En el fondo, no es diferente a lo que uno mismo haría en situación de crisis. Sólo que las crisis que yo suelo enfrentar no tienen a un somalí apuntándome con una AK-47.

¿Hizo alguna observación sobre el guión del filme?
En verdad, en una de las ocasiones en la que nos encontramos, yo le dije que estábamos por hacer una versión alterada de su historia; que, en algún punto, yo iba a decir y hacer cosas que él no dijo ni hizo. Y él lo entendió. Lo cierto es que hay personas que estuvieron en ese barco y que sostienen que las cosas no fueron del todo como las cuenta Phillips. Quiere decir que, en parte, los hechos dependen de la perspectiva desde la que son vistos.

¿Cómo fue la experiencia de rodar en alta mar?
La rutina consistía en zarpar cada mañana, para regresar al final del día, en un barco que a priori creía que iba a ser bastante estable. Pero no fue así. Sin embargo, no tuve problemas de mareos ni creo que alguien del equipo los haya tenido, hasta que comenzamos a filmar en el bote salvavidas. Porque, si bien hicimos algunas tomas en un simulador, en Londres, el movimiento en el agua es completamente distinto y, tarde o temprano, todos vomitamos. Pero, justamente esa disposición de Paul Greengrass y de su equipo para trabajar en un escenario real, sin preocuparse por los inconvenientes que podía generar el oleaje o las condiciones climáticas, fue una de las cosas más interesantes.

Según cuenta Greengrass, su primer encuentro con los actores somalíes fue en la primera toma que hicieron del abordaje. ¿Cómo recuerda ese momento?


Fue extraordinario. Nosotros estábamos en el deck, con Michael Chernus y otros actores que participaban de la escena; y empezamos a escuchar cómo se acercaban ellos, disparando sus armas. Cuando, finalmente irrumpieron en la cabina, y los vimos, increíblemente delgados, con el aspecto escalofriante que da el tamaño enorme de sus cabezas, con sus dentaduras en mal estado, cargando sus armas y gritándonos, se nos pusieron los pelos de punta. Fue un instante muy visceral. Quedamos petrificados. Pero enseguida se creó un clima de gran compañerismo. Fue una movida muy sabia de Paul, que ayudó a que trabajáramos con fluidez. A la tercera toma, ya estábamos inmersos en el clima de rodaje. A punto tal que, a veces, alguno de ellos se acercaba y decía: ‘Ey, no puedo creer que esté filmando con el tipo que hizo Forrest Gump ’.

Fuente: Clarín

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