La película está
basada en la historia real de Sam Childers, un
delincuente convertido en pastor que combatió con armas de fuego en Sudán para
proteger a cientos de niños. Cuenta con la dirección de Marc Forster y con una
excelente actuación de Gerard Butler.
La primer parte es bastante rápida, donde se muestra el estado
inicial de Childers (Butler), su transformación
antes de viajar a África y convertirse en “El Pastor con Metralleta”. Cada
escena inicial muestra un defecto diferente: una persona emocionalmente fría y
abusiva con su esposa (interpretada por Michelle Monaghan),
drogadicto, violento, asaltante y -casi- homicida. Desde el comienzo se hace
evidente la falta de sutileza que dominará el resto de la cinta.
Después de mostrarte lo muy malo que era antes de ser convertido -en la iglesia evangélica que asistía su esposa y su madre- vemos una innecesaria muestra de heroísmo para proteger a su familia durante un huracán.
Después de mostrarte lo muy malo que era antes de ser convertido -en la iglesia evangélica que asistía su esposa y su madre- vemos una innecesaria muestra de heroísmo para proteger a su familia durante un huracán.
En poco tiempo su negocio de construcción florece y Sam decide
viajar al Continente Negro. Rápidamente descubre la horrenda situación vivida
en el Sur de Sudan y decide construir un orfanato para albergar la máxima
cantidad posible de niños.
La película es muy cruda, se muestra reiterada y gráficamente a
mujeres y niños mutilados, heridos de bala y hasta carbonizados. Está bien que
se respete la veracidad de los acontecimientos y que experimentemos el mismo
horror que el personaje.
Toca en lugares
delicados como es el maltrato a niños y mujeres, pero evidencia una realidad
que muchas veces permanece oculta a los ojos de la sociedad. Cuenta con escenas
de acción, drama y suspenso, muchos ingredientes para una película que no
permite moverse de la butaca en ningún momento, y con una emotiva canción de
Chris Cornell como telón final.
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