La madrugada del domingo 5 de
agosto de 1962, la enfermera Eunice Murray encontró el cuerpo de Marilyn Monroe
tendido en la cama de su casa, en las afueras de Hollywood, apenas cubierto por
unas sábanas blancas y sin rastros del Chanel N°5 que usaba la actriz para
dormir. En lugar del perfume, el cuerpo de Marilyn tenía exceso de somníferos y
restos de otros medicamentos que tomaba habitualmente. La enfermera (que estaba
allí por indicación del psiquiatra que atendía a Marilyn) encontró a la actriz
sin vida. Y ese mismo día nació la leyenda.
La
actriz que nació como Norma Jean Mortenson, pasó a ser Baker y luego se
transformó en Marilyn Monroe tenía apenas 36 años, toda la fama y millones de
lágrimas derramadas por una infancia pobre transitada en varios orfanatos, una
madre con trastornos mentales, un padre prácticamente desconocido, varios
abortos espontáneos y muchos amores contrariados, entre otras penas que, a
pesar de todo, nunca hicieron mella en su luminosa belleza e increíble
sensualidad.
Su
imagen, siempre en el límite de lo ingenuo y lo provocador, inquietaba. Y
opacaba las ansias de Marilyn por pulir su oficio y convertirse en una actriz
prestigiosa. Durante toda su vida, siempre hubo un libro en su mesa de luz,
llevaba un diario personal y dejó escritas poesías que fueron tomadas seriamente
muchos años después. En sus comienzos fue modelo de calendario y trabajó en
papeles secundarios en muchas películas mientras estudiaba teatro y literatura
en clases nocturnas en la
Universidad de California. Filmó decenas de películas
dirigida, entre otros por John Huston, Fritz Lang. Billy Wilder y Laurence
Olivier.
Arrastraba
desde chica una leve tartamudez, pero eso no le impidió grabar discos aunque lo
más recordado sea su “ Happy Birthday, Mr. President ” que le dedicó al entonces presidente
estadounidense John F. Kennedy ante un auditorio de quince mil personas en el
Madison Square Garden de Nueva York. Por entonces, era vox populi su relación
amorosa con él y también con su hermano Robert. Esos vínculos con el poder
fomentaron las sospechas de que la muerte de Marilyn fue promovida por el FBI
debido a los secretos de Estado que conocía, en plena Guerra Fría.
Sus
matrimonios fallidos (con James Dougherty, el beisbolista Joe Di Maggio y el
escritor Arthur Miller), acrecentaron su fama pero también su tristeza, lo
mismo que sus numerosos romances (entre ellos con el hijo de Charles Chaplin).
Poquísimas celebridades alcanzaron semejante popularidad (Elvis, quizás) como
para que 50 años después de su muerte, su imagen siga siendo un imán tan
poderoso.
Fuente: Clarín

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